De la teoría a la práctica; Cómo ayuda la psicología a una crianza más respetuosa
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Recuerdo cuando nos enteramos de que venía en camino nuestro Pequeño Ingeniero, las inseguridades, las miles de preguntas que nos vinieron a la cabeza: ¿Seremos buenos padres? ¿Serán niños felices? ¿Lo sabremos hacer bien?… Pensaba que mi experiencia académica (aunque fuera en psicología) y los conocimientos que me había dado la vida, no eran suficientes para llevar a cabo semejante hazaña, así que, como soy una mujer que ante un desafío busca soluciones, me puse manos a las obra (rodeada de palmeritas y comidas de toda la vida). Me empapé de todo tipo de información, estilos de crianza, qué era importante a la hora de educar, y sobre todo, cómo hacerlo lo mejor posible para que esa criatura que venía en camino fuera feliz. Leí mucho… no, MUCHÍSIMO!!! y al final encontré cierto equilibrio juntando diferentes estrategias, de la amplia variedad de opciones que hay hoy día, sobre qué tipo de madre quería ser. Todo para darme cuenta, al ir pasando el tiempo, que todo eso te ayuda, sí… pero es diferente la teoría que llevarlo a la práctica.

 

Criar a un niño es como intentar armar un mueble sin instrucciones claras: a veces parece que todo encaja, y otras, te preguntas si esa pieza sobrante era realmente importante.

_Psicomamá_

La psicología puede ser esa guía que necesitas para construir una crianza más responsable, basada en el respeto, la empatía y el entendimiento. Vamos a explorar, con ejemplos prácticos, cómo esta ciencia puede transformar tu enfoque como padre o madre.

1. Entender las emociones: el primer paso hacia la empatía

La psicología nos enseña que detrás de cada comportamiento hay una emoción. Los niños, especialmente los más pequeños, a menudo no saben verbalizar lo que sienten, por lo que sus emociones se expresan a través del llanto, las rabietas o incluso el silencio. Cuando los adultos dedicamos tiempo para descifrar esas emociones, les ayudamos a entender lo que sienten y les damos herramientas para manejarlo mejor en el futuro.

El modelo de inteligencia emocional propuesto por Daniel Goleman destaca que los niños que aprenden a identificar sus emociones tienen más éxito en resolver conflictos y construir relaciones positivas.

Ejemplo: Tu hijo de cinco años tiene una rabieta porque su helado se cayó al suelo. Una respuesta empática sería: «Entiendo que estés muy enfadado y triste, tenías muchas ganas de comerte ese helado. Es frustrante cuando pasan estas cosas, ¿verdad? ¿Qué tal si buscamos juntos una solución?». Esto no solo calma la situación, sino que también le enseña a gestionar sus emociones y buscar alternativas.

2. La importancia de los límites claros y respetuosos

Los límites no son sinónimo de control, sino de seguridad. A través de ellos, los niños entienden qué es esperado y qué no, algo crucial para su desarrollo emocional y social. Pero no se trata de imponer normas arbitrarias, sino de explicarles el porqué de esas reglas y permitir que participen en la construcción de un entorno respetuoso.

Según la «Disciplina Positiva» de Jane Nelsen, los límites respetuosos ayudan a los niños a comprender las consecuencias de sus acciones sin generar resentimiento ni miedo.

3. Fomentar la autonomía: pequeños pasos hacia la independencia

Fomentar la autonomía en los niños no solo les da confianza en sí mismos, sino que también los prepara para tomar decisiones y resolver problemas por su cuenta en el futuro. Jean Piaget subrayó que la autonomía es esencial para el desarrollo cognitivo y emocional, ya que los niños aprenden más cuando se les permite experimentar y tomar decisiones dentro de un entorno seguro.

4. La comunicación efectiva: más escuchar, menos sermonear

Hablar es fácil, pero escuchar es un arte. Carl Rogers enfatizó en su enfoque centrado en la persona que la escucha activa es la clave para construir relaciones de confianza y seguridad emocional. Los niños necesitan sentir que sus pensamientos y sentimientos son validados.

5. El autocuidado de los padres: porque no puedes dar lo que no tienes

Criar puede ser agotador, y cuando los padres no se cuidan, el estrés y la frustración suelen afectar la dinámica familiar. Un estudio publicado en el Journal of Family Psychology encontró que los padres que practican el autocuidado reportan menos estrés y mayor satisfacción en sus roles parentales.

La psicología no promete eliminar todos los desafíos de la crianza, pero sí ofrece herramientas valiosas para enfrentarlos con más empatía, paciencia y conciencia. Recuerda: criar no se trata de ser perfecto, sino de ser intencional.